Congelaba los fetos y luego los trituraba
El ginecólogo peruano llegó a comprar hasta tres trituradoras, una de ellas industrial, para deshacerse de los abortos practicados, algunos de más de 30 semanas de gestación. Según queda de manifiesto en el sumario del caso, una de estas trituradoras estaba situada en la clÃÂnica TCB…
Detrás de la mesa de recepción de las clientas habÃÂa una puerta que escondÃÂauna pila de lavabo y debajo de ésta estaba situado un triturador industrial. MorÃÂn llegó a declarar que no habÃÂa comprado ninguna, sino que se la encontró instalada al comprar el local. Según explicó un testigo protegido durante la instrucción, en los casos en los que los abortos ilegales terminaban por la noche, se depositaban los fetos en el congelador y se trituraban al dÃÂa siguiente para no molestar a los vecinos con el ruido de la máquina. El triturador tenÃÂa capacidad para 400 kilos por hora y pesaba 95 kilos. Era similar al utilizado en mataderos y pescaderÃÂas.
Pago en efectivo
MorÃÂn practicó abortos por un precio que oscilaba entre los 350 y los 6.000 euros. Siempre pedÃÂa que el abono de la intervención se hiciera en efectivo. Es por esto por lo que las auditorÃÂas nunca revelaban la verdadera cuantÃÂa que movÃÂa el peruano y su esposa, MarÃÂa Luisa, que pasó de ser su paciente a su mayor apoyo.
Antes de hacer negocio en España, MorÃÂn vivÃÂa en un humilde barrio de Trujillo (Lima). El patrimonio que reunió con la práctica de abortos puede considerarse una pequeña fortuna, ya que los agentes inmobiliarios tasan su casa en 4,2 millones de euros. También tenÃÂa coches de lujo.
Persuadió a menores
A MorÃÂn se le ha acusado de practicar abortos a niñas de 13 años. También convenció a muchas jóvenes para abortar y a sus madres para que diesen la correspondiente autorización. En el juicio al que se sometió en Madrid en 2010, la madre de una joven llegó a declarar que desconocÃÂa que su hija estaba embarazada, situación de la que se enteró por una llamada de la clÃÂnica en la que se le informaba de que sólo faltaba su autorización para que se pudiese practicar el aborto a la menor. Ambas acudieron a la clÃÂnica y allàfue donde la trabajadora social «la convenció de que diera su autorización, porque la niña tenÃÂa poca edad para lo que le habÃÂa pasado». Ese mismo dÃÂa la firmó y de forma inmediata le practicaron el aborto a su hija. Otra menor que abortó en una de las clÃÂnicas de MorÃÂn reconoció que «firmó por su madre la autorización necesaria». En otros casos, MorÃÂn llegó a practicar abortos sin rellenar ningún cuestionario ni recibir atención psiquiátrica, según declararon algunas de las pacientes. Las clÃÂnicas llegaron a generar «turismo abortivo», ya que jóvenes francesas, holandesas o alemanas, que en sus paÃÂses no podÃÂan interrumpir sus embarazos, no tuvieron problemas para hacerlo en uno de los centrosdel polémico doctor MorÃÂn. Una mujer española también declaró que el Ayuntamiento de Barcelona le pagó un aborto en una de estas clÃÂnicas.
Fetos de 34 semanas
A MorÃÂn se le acusa de haber practicado interrupciones del embarazo de hasta 34 semanas de gestación y se calcula que sólo en cuatro años pudo practicar 8.000 abortos.
Otros servicios
Las clÃÂnicas aprovechaban la ocasión para ofrecer otros servicios a los acompañantes de las mujeres que iban a abortar. Un testigo que fue a abortar con su pareja declaró que también le ofrecieron practicarle una vasectomÃÂa para «aprovechar» la visita.