Una casa con 18 niños en la que no entra ni la Coca Cola ni el Cola Cao
- Nada más cumplir los 14 años en casa de Rosa hay que buscarse un pequeño oficio para pagarse los caprichos.
- Al inicio de cada curso convocan una ‘asamblea familiar’ con sus hijos y juntos deciden las tareas que cada uno tendrá que realizar a lo largo del año.
- Rosa y Chema tuvieron 18 hijos, pero tres de ellos fallecieron por problemas de corazón.
‘¿Cómo ser feliz con 1, 2, 3… hijos?’ es un libro compuesto por treinta pequeños capítulos en los que Rosa Pich-Aguilera Roca cuenta con energía, alegría y optimismo, cómo es el día a día de su gran familia.
Hay meses en los que han llegado a consumir 1.300 galletas y hasta 240 litros de leche. “Sobre todo en verano. En invierno se van corriendo al colegio o a la universidad y a veces no les da tiempo a tomársela. Hay quien me dice que por qué no compro una vaca… Me iría mejor…”, bromea Rosa que explica que hace una compra al mes por internet, siempre marcas blancas, y los productos frescos los adquiere cada quince días.
Sin embargo, asegura que algunas de sus amigas con 2 y 3 hijos pueden llegar a gastar más que ellos porque compran muchos caprichos o se dejan llevar por impulsos. “Yo en esto soy muy germánica. Lo que hay es lo que hay, y si se ha gastado, pues se ha gastado. Lo que no vamos a hacer es ir a la compra a buscar el jamón dulce para el bocadillo del niño. Tiraremos de lata de paté, de lata de atún, o de lo que sea…”.
Los niños que más disfrutan en las fiestas
En su casa hay productos que no entran como el Cola Cao, la Nocilla o la Coca Cola. “Sí que hacemos sacrificios. Una anécdota divertida que cuento en el libro es que un día Tomás, uno de mis hijos que es muy tragón, con 5 años me llevó hasta la despensa para enseñarme que estaba vacía. Después abrió la nevera y me dijo que no había nada, que la luz pasaba perfectamente del primer estante hasta el último. Yo le agradecí que me lo dijera y le contesté que estábamos a final de mes, que mamá cobraría la nómina en breve y que así podríamos hacer un nuevo pedido”.
Es normal por tanto que cuando sus hijos van a una fiesta sean los que más disfrutan. “En casa no hay un montón de cosas que pueden tomar cuando van a fiestas. Y cuando vuelven siempre me cuentan, ‘¡mamá, no sabes lo que hemos comido!’. Ellos están felices”.
De hecho a partir de los 14 años, Rosa y Chema ‘cierran el grifo’. “No les pago nada. Cada uno se gana su dinero de bolsillo. Durante el curso suelen realizar algunos pequeños trabajos como llevar niños a sus casas porque las madres no pueden, hacen de babysitter, dan clases particulares, o entrenan al equipo de fútbol de los pequeños del cole, y así tienen su dinero para comprarse sus caprichos”.
Objetivos diarios para crecer como personas
Rosa considera que es mucho más difícil educar a un único hijo que a un niño que tiene hermanos “porque ya de pequeñito le enseñas a compartir, a preocuparse por los demás, a pelearse, a pedirse perdón… Hay aspectos que ya vienen predeterminados cuando estás en una familia numerosa”.
Al inicio de cada curso convocan una ‘asamblea familiar’ con sus hijos y juntos deciden las tareas que cada uno tendrá que realizar a lo largo del año. El mayor coge papel y lápiz y apunta todos los nombres, incluidos el de su padre y su madre. “La casa es de todos, y entre todos la cuidamos”, cuenta la autora en el libro.
También se reúnen una vez en verano y otra en invierno para poner por escrito las mejoras que tienen que realizar, tanto personales como familiares. “Yo tengo como mejora no mandar mucho a Chema. Me dicen que con todos los hijos que tengo ya lo que faltaba es que también mandara a papá, así que esa es mi mejora”, dice con humor Rosa.
Tomás, de 6 años, llora mucho, así que su objetivo es llorar una sola vez al día. Pepa, de 9, es muy seria, y tiene que tratar de sonreír. Cuqui, de 18, es una compradora compulsiva, por lo que su reto es aprender a ir de tiendas sin acabar llena de bolsas… Cada uno tiene un reto que debe tratar de cumplir.
“Cuando uno va trabajando a sus hijos ellos después van respondiendo”, asegura Rosa. No obstante, si se le pregunta cuál es su momento más feliz del día, ella lo tiene claro. “La comida familiar. Es un momento que es cada día, es una rutina, pero es cuando nos encontramos todos, alrededor de la mesa, en el que nos miramos cada uno a los ojos y yo puedo saber si mis hijos están contentos, si tienen algún problema… Es un momento muy íntimo en el que estamos todos juntos, no cogemos el teléfono y la televisión es un intruso. Hay que aprender a ser feliz en el día a día de nuestra familia”. Rosa y Chema tuvieron 18 hijos, pero tres de ellos fallecieron por problemas de corazón.