Así ganó 10 millones en una apuesta imposible y demostró que su algoritmo era infalible

La historia de William Benter es sencillamente legendaria. Nacido en Pittsburg en 1957, hoy día es un destacado filántropo en Hong Kong, donde llegó tras ser repudiado de Las Vegas. Bill estudió física en la universidad hasta que un día leyó el libro ‘Beat the Dealer’, en el que se hablaba sobre una metodología matemáticas y teoría de la probabilidad para lograr una ventaja sobre el crupier jugando al blackjack.

Se marchó a la ciudad del pecado junto a su compañero de habitación y comprobaron que el método era efectivo hasta cierto punto, pues en algún punto la racha siempre se venía abajo. En cualquier caso, si Kit Chellel no hubiera contado esta historia en Bloomberg en 2018, probablemente Benter sólo sería un multimillonario más, pero un gran desconocido para el público fuera de Hong Kong.

«Fue divertido. Lo interesante es que comprendimos de que las matemáticas no son puramente abstractas, sino que pueden ser útiles en la vida real», decía Benter sobre aquella época. Lo que sucedió después es que Bill siguió estudiando el juego y comenzó a tener mucho éxito jugando al blackjack en Las Vegas y Monte Carlo. Fue incluido en una lista negra y buscó nuevas oportunidades en las carreras de caballos en Hong Kong, donde aterrizó en 1985.

El jugador descubrió que allí estaba el gran mercado de las apuestas mundiales, donde aquello era un trabajo y un negocio, y no un lugar de recreo. Pero no sólo descubrió el lucrativo negocio de las carreras de caballos, sino lo esencial para ganar, es decir, la importancia de los datos. Benter fue sin duda un pionero de las estadísticas avanzadas, de lo que hoy se denomina ‘big data’, lo que a nivel deportivo explotó Billy Beane en el béisbol y que fue llevado al cine en la película ‘Money Ball’.

Benter puso en marcha entonces un sistema de probabilidades para el que comenzó a utilizar ordenadores y diseñó un algoritmo. Iba a tener en cuenta todos los factores -con los años pasó de 30 a 130- imaginables para calcular las probabilidades de una carrera, aunque para ello debía estudiar a conciencia a cada equino y su rendimientos según las circunstancias (hasta la temperatura a la que mejor rendía un caballo, por ejemplo). Con el tiempo fue reclutando cada vez a más personal pues requería de un ‘ejército’ de estudiosos y de espías para poder incluir todo tipo de datos en su algoritmo.

Su equipo apostaba con dinero en efectivo en el Jockey Club de Hong Kong y luego pasó a hacerlo por teléfono, privilegio que le revocaron en vista de su éxito y de que podía apurar más su jugada. En vista de esto instaló su cuartel general junto al Jockey Club y así aguantar hasta los últimos minutos antes de las carreras para materializar su apuesta.

Llegó un punto en el que su modelo era prácticamente perfecto pues podía definir con bastante acierto las probabilidades de cada caballo en una prueba. En 1991 ganó unos dos millones de dólares y hacia 1997 superaba los 30 anuales. No apostaba cifras enormes para no dar pistas a quienes estudiaban sus movimientos ni para ser vetado por los hipódromos. Finalmente el el Jockey Club de Hong Kong prohibió a Benter invertir allí su dinero, justo antes de que este asestara el golpe final.

Su gran momento llegó cuando predijo el nombre de los ganadores del ‘Triple Trío’. Había una probabilidad entre 10 millones de que diera con el nombre de los tres vencedores y fue el único acertante. Ganó 10 millones de dólares y escribió una carta a los organizadores diciéndoles que tenía el boleto ganador, pero que no quería cobrarlo. Esto implicaba donarlo, pues un premio no cobrado era destinado a obras caritativas, lo cual ya no importaba a Bill, que sólo quería dejar patente a esas alturas que su algoritmo era casi infalible.

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