Encuentran nuevas pruebas de que los clavos descubiertos en 2011 son los de la crucifixión de Jesucristo
En 2011 un documental llamado ‘Los Clavos de la Cruz‘ del investigador Simcha Jacobovic revelaba que había encontrado dos clavos de hierro que podrían haberse utilizado para crucificar a Jesucristo. Jacobovic estaba seguro «al 100%» de que esos clavos fueron los usados para la crucifixión de Jesús.
Muchos investigadores y especialistas dudaron e incluso negaron entonces la veracidad de dicho descubrimiento pero ahora otro estudio parece que arroja luz al asunto.
Un grupo de especialistas de la Universidad de Tel Aviv ha investigado y, tras un análisis químico y físico de los clavos, el geólogo Aryeh Shimron ha confirmado que los clavos tienen 2.000 años de antigüedad y que en el metal se han encontrado rastros microscópicos de hueso y madera. Shimron hizo estas revelaciones al periódico ‘Haaretz‘.
Estos rastros incrustados en los clavos apoyarían la versión de Simcha Jacobovic o, al menos, que un individuo fue crucificado con esos metales.
Los clavos encontrados fueron hallados en la Cueva de Caifás. En teoría allí se dio sepultura al Sumo Sacerdote judío del mismo nombre que conspiró para que Jesús de Nazaret fuera condenado a muerte en la cruz. El hallazgo se hizo en una tumba del siglo I que pertenecería al sacerdote Caifás, lo que, según apuntan en el estudio, «es de profundo interés porque en el Nuevo Testamento el sumo sacerdote Caifás fue el responsable de pasar a Jesús a los romanos, quienes luego lo enviaron a la cruz».
«Basándonos en la evidencia colectiva, concluimos, con considerable confianza, que los clavos sin procedencia son los clavos perdidos excavados en la tumba de la familia Caifás en 1990 y, además, que estos clavos se utilizaron en una crucifixión«, afirman en el estudio.