8.500 universitarias buscan su ‘sugar daddy’: «No es prostitución, es dar un braguetazo»

Patricia M. R. es una chica de 18 años que quedó el otro día en Barcelona con un hombre mayor al que conoció mediante una aplicación de ‘sugar dating’, un anglicismo que en español se traduce como «mujeres jóvenes y atractivas seducidas por varones de mediana edad con una buena posición socioeconómica».

Según cuenta a El Confidencial esta estudiante de Filología Inglesa en la Ciudad Condal, antes había usado otras plataformas como Tinder para conocer chicos, pero pronto se decantó por este otro tipo de aplicaciones. A diferencia del ligoteo convencional, ‘online’ u ‘offline’, convertirse en una ‘sugar baby’ le ofrece la posibilidad de disfrutar de unos estándares de vida a los que de otra forma no podría acceder. Obtiene algo más… pero a cambio de algo más.

En realidad, este tipo de prácticas está hecho del mismo material que los reservados de las discotecas, pero nunca hasta ahora habían encontrado tanta exposición pública. Por ello, el ‘sugar dating’, que en España entró hace relativamente poco tiempo pero se ha extendido bastante, está siendo tildado de prostitución encubierta. Está claro qué nombre recibe acostarse con desconocidos a cambio de dinero, pero no está tan claro si hacerlo a cambio de una cena en el restaurante más exclusivo de la ciudad cruza o no esa línea roja.

Patricia conoció a aquel hombre mediante SugarDaters, una plataforma danesa que debutó hace unos meses en España, aglutina ya a unos 15.000 usuarios y, desde luego, no esconde ese componente transaccional a la hora de publicitarse: «No importa si estás en busca de amor, de una relación casual, de amistad o de apoyo económico«.

Las aplicaciones de 'sugar dating' solo dejan registrarse a mayores de 18.
Las aplicaciones de ‘sugar dating’ solo dejan registrarse a mayores de 18.

Durante el intercambio epistolar con su equipo de prensa y uno de sus cofundadores, el tema de la prostitución surge continuamente. Incluso aunque no sean preguntados explícitamente por ello, siempre aprovechan el final de un ‘e-mail’ para aclarar que la prostitución y otros servicios sexuales o de ‘escort’ están «estrictamente prohibidos en SugarDaters».

Muchos de sus usuarios no parecen tenerlo tan claro. Tampoco el fiscal delegado de Criminalidad Informática, Roberto Valverde, que en una reciente entrevista en ‘El Periódico‘ aseguró estar siguiendo los pasos de esta y otras páginas de ‘sugar dating’, particularmente si no eran capaces de controlar que menores de edad se registraran y llegaran a recibir una contraprestación por servicios sexuales.

Cómo iniciarse en el ‘sugar dating’

Patricia busca hombres extranjeros de entre 23 y 45. Su primera condición es «que no estén buscando un servicio de prostitución encubierto en este tipo de páginas web». Para ello, realiza una pequeña búsqueda previa en internet. «Me dejo guiar por mi intuición, que no suenen sospechosos desde el minuto cero».

En su experiencia, la mayor parte de los ‘sugar daddys’ buscan a una chica con dedicación a tiempo completo y con la que poder mantener una relación a medio o largo plazo. O eso dicen en sus ‘bios’. “Siempre se intentan aclarar cosas previamente, ya sea por ‘e-mail’, WhatsApp, redes sociales o en el propio chat de la web”, explica, “eso sí, hasta que no quedas no sabes qué vas a acabar teniendo con esa persona”.

En una primera cita, me pidieron ser el +1 en una boda a la que el ‘sugar daddy’ estaba invitado

Para una primera cita, Patricia prefiere un lugar público. “Hay que tomar precauciones para prevenir riesgos”. Idealmente, busca tomar algo “en aquel restaurante famoso de la ciudad que siempre ves y al que nunca entras o ir a un concierto con entradas vip”.

Si en ese primer encuentro han congeniado, esta ‘sugar baby’ abre la puerta a algo más privado, “cualquier evento para el que tenga que arreglarme, una tarde de compras o un viaje o escapada con todos los gastos incluidos”.

La estudiante hace énfasis en que le interesa más el aspecto lúdico que el puramente económico, básicamente “una experiencia algo diferente a lo que alguien de clase media esté acostumbrado”. Por ejemplo, presume de haber cenado «en un restaurante de renombre al lado de Piqué y Shakira».

O a veces, algo más inesperado.

«En una primera cita, me pidieron ser el +1 en una boda a la que el ‘sugar daddy’ estaba invitado ese mismo fin de semana», explica Patricia. «Así que acabé en una boda rodeada de gente desconocida, incluido mi acompañante».

«Más que ‘sugar babies’, encuentras prostitutas»

La visión es muy, muy diferente desde el otro lado del contrato carnal, el del ‘sugar daddy’. Vladimir —nombre ficticio, persona real— es un microempresario mexicano de 45 años, dueño de varias papelerías y algunas licencias de Uber.

Además de la citada SugarDaters, en su ‘smartphone’ no faltan Tinder, Seeking Arrangement y Facebook Parejas, una aplicación de ‘dating’ que la red social de Mark Zuckerberg tiene en fase de desarrollo en varios países, entre ellos México, adonde llegó a finales de marzo de 2019.

Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

En estas plataformas, Vladimir busca una mujer «que se adecue al físico que me gusta, delgada, y entre 18 y 25 años«.

Al contrario que la ‘suga rbaby’ barcelonesa, en su cita ideal no hay demasiado romance ni distintos planteamientos en función de si es la primera o la segunda cita. «Directamente a lo que me interesa: platicar en mi ‘depa’ tomando unas copas de vino o cerveza y sexo al final del encuentro, a veces hasta dos o tres veces según el tiempo de la chica».

Él ha llegado a encontrarse a alguna extrabajadora suya, pero en cualquier caso tampoco ha logrado encontrar una relación estable con una ‘sugar baby’. “Tristemente, casi no se llega a dar el segundo o tercer encuentro, ya que como siguen en la página activas, luego te dicen que ya les ofrecieron más dinero y simplemente se van con otro, así que una primera cita nuevamente es la única opción”, explica Vladimir.

Tristemente, casi no se llega a dar el segundo o tercer encuentro, te dicen que ya les ofrecieron más dinero y simplemente se van con otro

“Sinceramente, más que ‘sugar babies’ creo que encuentras prostitutas o ‘escorts’ en potencia, y te das cuenta de que algunas solo entraron por curiosidad y no las vuelves a ver, te bloquean o borran su cuenta”.

Como Silicon Valley pero sin moral

Redes como Facebook o Instagram se dieron cuenta de que, si querían ser masivas, también tenían que ser, además de apolíticas, muy recatadas. Tuvieron mucho cuidado en censurar pechos o crear herramientas para denunciar el contenido abusivo y así evitar que sus potentes plataformas se convirtieran en, precisamente, lo que Brandon Wade, un informático del MIT, tenía en mente.

Él creó en 2006 Seeking Arrangements, una ‘app’ que ha promovido tantos escándalos sexuales (entre ellos, el del ejecutivo de Google Forrest Hayes, que en 2013 apareció muerto en su yate con una jeringuilla de heroína en el brazo, inyectada por una mujer que conoció en la plataforma) que a día de hoy sigue prohibida en el App Store de Apple y solo está disponible en dispositivos Android.

Siguen el mismo modelo de negocio: registrarse es gratis, pero para quedar o acceder a fotos privadas hay que hacerse prémium

El relevo fue tomado por los países escandinavos, donde han tenido un éxito notable siguiendo el mismo modelo de negocio —registrarse es gratis, pero para quedar o acceder a fotos privadas de otros usuarios hay que hacerse prémium—, pero en su expansión hacia el sur de Europa están empezando a encontrarse con más escollos de los que preveían.

Hace dos años, una web de ‘sugar dating’ de origen noruego, RichMeetBeutiful, puso anuncios en camiones que circulaban por las proximidades de los campus universitarios de Bruselas con el siguiente mensaje: “Mejora tu estilo de vida. Sal con un ‘sugar daddy”.

Isabelle Simonis, ministra de Educación y principal defensora de los derechos de la mujer del actual Gobierno socialista belga, estalló contra esta aplicación y amenazó con demandarles por animar a las estudiantes a vender sus cuerpos.

En conversación con este periódico, el cofundador de SugarDaters Rikki Tholstrup Jørgensen explica que, para ellos, el ‘sugar dating’ no tiene tanto que ver con la prostitución como con otro concepto: “There’s an expression in Spain for this: dar el braguetazo”, explica en la transcripción original de nuestra charla.

«Tiene más que ver con dar el braguetazo que con otros nombres más viles con los que nos quieren asociar», añade.

En teoría, ellos se posicionan como una ‘tabula rasa’ donde dan lugar a todo tipo de relaciones, incluidas entre hombres jóvenes y mujeres maduras o relaciones homosexuales, aunque en la práctica esto casi nunca sucede. Según datos de la propia página, en España el 63% de las personas que se registran son estudiantes y ocho de cada 10 tienen menos de 31 años.

Solo un 1% se define como ‘sugar mama’ en busca de un ‘toy boy’.

El ‘sugardating’ tiene más que ver con dar el braguetazo que con otros nombres más viles con los que nos quieren asociar

Para Jørgensen, el eterno debate sobre si el ‘sugar dating’ es prostitución genera para ellos un cuello de botella problemático. “Cada vez que un medio de comunicación lo repite, nos vemos sobrepasados por hombres que buscan prostitutas y también por trabajadoras sexuales profesionales”.

Para que no les cierren el chiringuito, se ven obligados a, además de establecer controles de edad, revisar manualmente cada uno de los perfiles en busca de señales de alarma: fotos con desnudos o que puedan ser encontradas ‘online’, perfiles que hagan referencia explícita al sexo. También se han ‘uberizado’ en el sentido de que los buenos ‘sugar daddys’ reciben puntos en una función llamada Gentleman Rating.

“Las prostitutas y las ‘escorts’ buscan dinero a cambio de sus servicios mientras que las ‘sugar babies’ buscan una vida lujosa, buscan el confort que nunca tuvieron, quieren conocer a un hombre que las trate con respeto, como un caballero”, dice el cofundador. “Las ‘sugar babies’ son selectas, pero las prostitutas no suelen serlo”.

¿Qué hacer con estos negocios?

Sin embargo, y a la luz de las evidencias, todo este discurso sobre la libertad sexual y las diferencias entre unas y otras no ha sido suficiente para acallar el debate sobre si existe prostitución en las webs y ‘apps’ de ‘sugar dating’. Simplemente, ambas cosas conviven en este tipo de plataformas.

Tampoco está claro qué se puede hacer contra este fenómeno. Cuando en internet se da un pequeño paso, desandarlo es imposible.Las ‘sugar babes’, universitarias británicas de alquiler: “¿Soy una prostituta por ello?”CELIA MAZA. LONDRESEl negocio es simple: hombre de unos 40 años busca chica para cenas o viajes de lujo. Ella paga sus tasas de estudios y, en teoría, el acuerdo no implica sexo

Craiglist, el popular tablón de anuncios digital estadounidense, decidió un día retirar todos los anuncios de su sección de contactos (entre los que, efectivamente, se camuflaban las prostitutas) solo para encontrar, semanas más tarde, que aquellas mujeres se habían visto obligadas a volver a los peligros de la calle. Internet les permitía hacer una búsqueda anónima de sus clientes, tratar con ellos u observarles antes de dar el siguiente paso, como lo que Patricia hace con sus ‘sugar daddys’.

Cerrar una de estas ‘apps’ no le quitará a Vladimir las ganas de buscar a su siguiente ‘sugar baby’, quizá tan solo provoque que tenga que arrastrar un nuevo icono al escritorio de su teléfono.

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