Un ex trabajador de ‘Más allá de la vida’ denuncia que el show de Anne Germain es una estafa

jordi gonzález anne germain mas alla de la vida telecincoLa polémica y la veracidad sobre los poderes de la médium Anne Germain, vuelven a estar en entredicho. La protagonista del espacio ‘Más allá de la vida‘ que presenta Jordi González en Telecinco, supuestamente estafa a sus invitados…

Un ex trabajador del programa, habla de manera anónima para Crónica, del periódico El Mundo, destapando la realidad de lo que sucede en el show.

Supuestamente, el equipo de la médium se encarga de redactar un dossier de cada invitado, destacando los aspectos más llamativos de su vida: quienes son sus familiares fallecidos, a que edad murieron, cual era su profesión, a que dedicaban su tiempo libre…

Este dossier también indicaba las personas que acompañan al famoso al plató, quienes son y que relación tienen con el invitado.

El antiguo trabajador, pone como ejemplo los casos de Antonio Canales y Leandro Alfonso de Borbón, personas que reaccionaron positivamente a las supuestas visiones de la médium británica. Afirma que cuando Anne se va a descansar después de cada sesión, en realidad se encierra en un cuarto con su asistente personal, para estudiar los detalles de su siguiente ví­ctima.

La visita del actor y cómico Santiago Segura, es hasta la fecha la más polémica de todas, el interprete del famoso Torrente, declaró que Anne no acertó en nada. Este trabajador anónimo comenta ahora que no se encontraron detalles sobre su vida, lo que impidió crear el habitual dossier, obligando a la supuesta mujer que ve muertos, a salir totalmente en blanco, e improvisar durante toda la sesión.

15.000 euros por programa en Telecinco y 10.000 por espectáculo

Tras varias temporadas en Telecinco, con un total de 26 programas, si la méduim cobra 15.000 euros por cada uno, aparentemente, gracias a engañar a famosos y anónimos, ya se ha embolsado cerca de 400.000 euros.

Este ex trabajador afirma que no se consiguieron datos de Santiago Segura, por eso la médium falló

Dado el éxito del programa, inició hace unos meses una gira por todo el paí­s. Por cada espectáculo cobra 10.000 euros, lo que hace un total de aproximadamente 500.000 euros, ya que actua varias veces en cada ciudad.

El modus operandi es distinto en estas actuaciones. Antes de salir al escenario, se graba a los espectadores que están en todas y cada uno de las filas del teatro, para más tarde indicarle a Anne mediante un pinganillo que lleva, que personas son las elegidas por los espí­ritus para contactar con ellos. Germain siempre ha defendido la teorí­a, de que cuando está en trance, sólamente distingue colores, no personas.

Jordi González se muestra prudente ante este tipo de poderes

El presentador del programa, Jordi González, nunca ha querido manisfestarse al respecto de si cree o no en lo que ocurre en en plató. «Mi conexión con el mundo espiritual es tan tan privado, que aún habiéndomelo ofrecido varias veces, no me he sometido a ninguna sesión con Anne» declaraba en exclusiva para FórmulaTV.com.

Al definir a la protagonista del programa, Jordi declaraba lo siguiente: «es una señora muy risueña, de fácil trato y en plató un fenómeno. Te aseguro que tras cada grabación está exhausta, apenas le queda voz y a veces sale del trabajo muy afectada.»

Fuente

Remember: El único famoso del que no consiguieron sacar información relevante y no entró en el juego fue Santiago Segura. · Video:

Un periodista incluso pagó los 80‚¬ que cuesta la entrada para asistir a uno de sus espectáculos y relatar la experiencia.. · Artí­culo:

Anne Germain y César Heintirch, en el escenario del palacio Euskalduna de Bilbao al final de su actuación. Foto: L.A. Gámez

Hay gente que rompe a llorar antes de que Anne Germain suba al escenario del palacio Euskalduna, en Bilbao. Son las 22.10 horas del 25 de abril, la médium de Telecinco va a entrar en la sala. El espectáculo no ha empezado todaví­a. Bueno, para mí­, sí­. Para mí­, ha comenzado en la puerta del teatro, donde he visto la emoción con que algunos fieles de la dotada salí­an de la sesión de tarde porque habí­an contactado con el espí­ritu de un familiar muerto.

Ya en la butaca, he pasado diez minutos escuchando la bienvenida del presentador de televisión César Heinrich. Será nuestro €œanfitrión€ y nos ha explicado que no vamos a asistir a un espectáculo, que vamos €œa vivir una experiencia€. Somos unas 300 personas -la mayorí­a, mujeres- que hemos pagado 80 euros de entrada por cabeza. €œLo que van a sentir hoy aquí­ va a ser algo único, irrepetible€, ha asegurado. Luego, han proyectado en la pantalla una breve hagiografí­a de Anne Germain, famosa en España gracias al programa Más Allá de la Vida de Telecinco.

Ahora viene lo que realmente me interesa. La dotada acaba entrar por una puerta lateral de la sala e inicia el recorrido hasta el escenario por el pasillo central, del brazo de Heinrich. ¡Comienza el espectáculo! El público aplaude, se levanta, empieza a llorar. La ovación llega a ser atronadora, y Anne Germain todaví­a no ha abierto la boca. Estoy rodeado de creyentes y me siento  un bicho raro.  En la pantalla gigante, en las imágenes del público que recogen varios cámaras de televisión, destaca una joven con un osito de peluche en brazos que llora desconsolada. Está en primera fila.

€˜Interferencias€™ desde el Más Allá

Anne Germain sube al escenario. Derrocha cercaní­a. Asegura que ella es, para los espí­ritus, €œcomo un teléfono y que, al igual que ocurre con los teléfonos, a veces hay algún cable cruzado€. Explica que, en ocasiones, pueden registrarse interferencias desde el Más Allá y hacer que ella transmita como procedente de un espí­ritu un mensaje que, en realidad, es mezcla de lo que dicen varios. Pide a los presentes  paciencia, que no lleguemos a conclusiones precipitadas, que abramos nuestros corazones a más de un espí­ritu €œporque, en muchas ocasiones, una presencia se acerca con otra€.

€œSi conecto con vosotros y no entendéis el mensaje, no digáis que no inmediatamente. Dadme tiempo para conectar con la persona. Tengo que ir haciendo preguntas. ¿De acuerdo?€. Sigue diciendo que puede recibir un mensaje para una persona que contenga, a su vez, otro para otra. Explica que, a veces, puede imitar en sus movimientos a los muertos €œhasta cierto punto€. Y añade que, si cualquiera cree que el mensaje que escucha es para él, se considere destinatario del mismo porque -recuerda- puede estar recibiendo mensajes de más de un espí­ritu, aunque ella los presente como de uno solo. El discurso garantiza que Anne Germain nunca falla.

La introducción acaba con la médium advirtiéndonos de que la sala está llena de espí­ritus, familiares de los asistentes, que ella ve, pero nosotros no. Me acuerdo del dragón en el garaje de Carl Sagan. Anne Germain nos anima a saludar a esas entidades del Otro Lado levantando los brazos y agitándolos con las manos abiertas, girando el cuerpo hacia todos lados, porque las presencias están por todas partes. Unos segundos después, el público, entusiasmado, agita los brazos al aire girándose de un lado y otro, saludando a los espí­ritus. Es increí­ble. Y preocupante. Que un burdo estafador maneje tan fácilmente a adultos educados da miedo.

A los abuelos no les gustan las minifaldas

Es mejor el preámbulo que el show propiamente dicho. Una vez que Anne Germain empieza a conectar con el Más Allá, al escéptico no le sorprende nada, excepto la infinita credulidad del personal. La médium dice generalidades, que repite descaradamente con sus diferentes ví­ctimas, les sonsaca y se confunde mucho, pero no importa. Nadie se para a pensar; no han pagado para eso. Han soltado 80 euros para creer que van a hablar con su abuelo, su madre o el hijo que perdieron. Y para llorar, para llorar mucho. La médium lo sabe y el anfitrión también. Los elegidos no suben al escenario. Heinrich pasea por el patio de butacas con el micrófono.

Si habla con una pareja que se presenta como tal -no como un matrimonio o como novios-, en un momento dado de la conversación, Anne Germain les dice que su abuelo, o quien toque, le cuenta que hace tiempo que piensan en regularizar la situación. Es lo que dijo, al menos, dos veces en la sesión a la que asistí­. La primera le salió mal: la pareja negó que pensara casarse ni firmar papel alguno. Entonces, la médium cambió automáticamente de tema. La segunda pareja asintió, lloró y se dio el sí­, quiero ante Anne Germain mientras sus rostros se proyectaban en la pantalla gigante. Al dí­a siguiente, supe que él era Luis Hermosa, concejal del PP de Bilbao, y ella la cantante Susan Laster. ¿Se acuerdan cuando nos reí­amos de que Ronald Reagan organizaba su agenda en coordinación con una astróloga? Pues aquí­ tenemos polí­ticos que dan pasos vitales porque se lo sugieren sus parientes muertos. Bueno, eso creen ellos.

Los mensajes son todos del estilo de: €œMamá te quiere mucho€; €œEras la niña de los ojos de papဝ; €œTu abuelo dice que cada vez te pareces más a tu madre€€¦ Y se repiten en diferentes variantes. Así­,  Anne Germain informa a un par de mujeres jóvenes de que a sus respectivos abuelos les parece que visten faldas demasiado cortas. ¿A qué abuelo le parece recatada la vestimenta de alguna de sus nietas? Pero la gente traga. La médium acierta con generalidades o cuando pregunta y, si mete la pata hasta el fondo, cambia de tercio.

¡Párense a pensar, por favor!

La joven del osito de peluche acaba siendo, cómo no, una de las elegidas por Anne Germain parademostrar sus poderes. Y, claro, la médium conecta con un niño. €œ¡Mi mamá! ¡Mi mamá! ¡Quiero a mi mamá!€, dice con voz infantil dirigiéndose a la chica. €œQuizá se trate de dos niños de dos familias distintas; pero que han ido al mundo espiritual a la vez€, puntualiza. La muchacha llora. €œ¡Es mi mamá! ¡Quiero a mi mamဝ, repite la dotada, que añade, acto seguido, que, si no se trata de un niño pequeño, es alguien que llamó a su madre €œen el momento de partir€. Y sigue, sigue hablando de €œuna presencia con el comportamiento tí­pico de un niño que no puede estarse quieto€.

La médium de telecinco dice a la muchacha que siente que ella y sus acompañantes, dos tí­as, eran como madres para el niño. Todo se va aparentemente al traste cuando, tras más de cinco minutos en los que la dotada habla continuamente de un niño o un adolescente, la joven del peluche asegura que reconoce en el espí­ritu a su padre muerto. ¿Qué hace entonces Ane Germain? Ni se inmuta. Cambia de tercio. Asegura que todo es muy confuso para ella porque está hablando con un niño, y la joven del muñeco soluciona el entuerto: €œElla perdió un beb逝, dice de una de sus tí­as. Ya está, problema resuelto: la espiritista sentencia que ha conectado con el feto abortado y se queda tan ancha. ¿Pero no estaba la chica convencida de que era su padre?

Asistir al espectáculo de Anne Germain es una fantástica clase práctica de pensamiento crí­tico. Conoces la teorí­a del efecto Forer y la lectura frí­a, y la has visto en la tele, pero en la pequeña pantalla existe el montaje -que elimina fragmentos poco interesantes– y mantienes un cierto distanciamiento con las ví­ctimas. En el teatro, te rodean, ves que se trata personas aparentemente normales y asistes al espectáculo como uno más, pero de un modo diferente. Ellos, los seguidores de la médium, se quedan en la superficie, no profundizan en lo que les cuenta ni en cómo se lo cuenta. Estoy entre ellos, pero mentalmente aislado, como si viera todo desde fuera -como cuando asisto a un acto religioso-, y hay momentos en los que la médium y su trouppe me dan un inmenso asco.

La gente sufre muchí­simo. Se ve en sus gestos; se percibe en su voz y en su lenguaje corporal. Ansí­a conectar con sus seres queridos muertos. Si cree conseguirlo, se derrumba y llora a mares. La médium sonrí­e, y cuenta todo tipo de tópicos y  mentiras. César Heinrich, el anfitrión,ofrece a cada ví­ctima de Anne Germain el micrófono y pañuelos de papel. Y los cámaras graban primerí­simos planos de rostros llorosos que se proyectan en la pantalla gigante o en el monitor que tiene la médium en el escenario, a sus pies, para poder ver las reacciones de sus interlocutores más lejanos en el patio de butacas.

Es un espectáculo obsceno, repugnante. Es todo tan descaradamente fraudulento que en varios momentos me dan ganas de levantarme y gritar a los asistentes: ¡Cómo podéis ser tan ingenuos! ¡Os están engañando! Y explicarles cómo lo están haciendo. Me quedo sentado y en silencio. He pagado 80 euros de mi bolsillo y quiero vivir la repulsiva experiencia hasta el final, para luego contarla aquí­ y en la radio. A fin de cuentas, que yo sepa, ningún medio se ha dignado a hacer algo parecido. Considero que es lo mejor, como antes he pensado que lo era engordar la cuenta corriente de la médium y sus patrocinadores, a pesar del asco que me da lo que hacen, para asistir a una sesión de espiritismo como un creyente más. Pasa la medianoche cuando todo acaba y salgo del teatro alucinado. No puedo evitar pensar que mis acompañantes en el patio de butacas son ciudadanos adultos, con derecho a voto. Me dan ganas de exiliarme.

Mi entrada al 'show' de Anne Germain.

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