La secta rusa de los adoradores de San Francisco Franco

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Alegoría de Franco y la Cruzada, (Flickr), mural de Reque Meruvia en el Archivo Histórico Militar de Madrid.

El pasado 20 de noviembre, como cada año desde hace 13, varios centenares de rusos se reunieron en Moscú para rezar a San Francisco Franco Bahamonde, Caudillo de España y martillo de las hordas rojas, “Salvador de España“, “Espejo de Pacificadores“, “Fruto de la Humildad”  o  “Cordero de Dios“, según las plegarias al dictador que salen, en ruso, de la boca de los feligreses congregados en el Museo Maiakovski.

El grupo está liderado por Grigorievich Lavrinienko, un licenciado en Derecho ruso, que “escribe cuentos infantiles y sueña con poder visitar el Valle de los Caídos”, según el perfil del periodista y escritor Daniel Utrilla en su crónica al diario El Mundo, un capítulo que recupera ahora en su libro ‘A Moscú sin Kaláshnikov’, publicado por Libros del KO.

Tal y como recordó Utrilla durante la presentación del libro –un repaso a sus diez años como corresponsal en Rusia-, “me enteré de la existencia del grupúsculo por un folleto que me repartieron en el metro de Moscú. Fui a entrevistar a su líder a su despacho, donde tenía un retrato de Franco, que yo creo que lo había copiado de una peseta porque estaba como de perfil”.

Lavrinienko es (o al menos, era) el líder de la Falange Rusa un movimiento nacionalista de católicos ortodoxos integrado por un centenar de hispanófilos y que cuenta con simpatizantes en San Petersburgo, Kaluga, Krasnodar y Siberia.

“Aunque aún no lo han canonizado, consideramos a Franco un santo”, explicaba Lavrinienko a Utrilla en una entrevista publicada en El Mundo. En aquel entonces,Putin acaba de ser nombrado primer ministro por el presidente Boris Yeltsin, caído en desgracia, pero los falangistas rusos “no veían aún a Putin como el líder que necesitaba Rusia. Ellos deseaban un Caudillo como Franco”, recordó Daniel Utrilla durante la presentación del libro en Madrid.

Las oraciones a Franco habían sido bendecidas supuestamente por un cura católico, pero la curia rusa es renuente a dar validez a la canonización, al igual que la Iglesia Ortodoxa Rusa. A pesar de la parafernalia, el reportero Utrilla intuye una vocación más política que religiosa en el movimiento falangista ruso: “Yo creo que más que religioso, la adoración a Franco tenía un sentido más intelectual, pero es verdad que su puesta en escena, todos vestidos de negro y rezando, tenía todos los ingredientes de una religión. Era más una idolatría que una religión”, explica, una década después de aquel encuentro con Lavrinienko.

“¿Adoran los falangistas rusos también a José Antonio?”, pregunto a Utrilla. “A José Antonio también le respetaban, aunque no le adoraban, y también a Santa Teresa de Jesús… Tenían una visión bastante romántica de la historia de España”, responde.

Con sus oraciones, los falangistas rusos imploran la venida de un Caudillo “ dispuesto a derramar su sangre “ que devuelva a Rusia las raíces espirituales que Lenin arrancó de cuajo en 1917.

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