El estafador glotón de Tinder: queda con sus citas en restaurantes caros y desaparece sin pagar la cuenta

La famosa aplicación de ligoteo Tinder fue creada para encontrar pareja, bien esporádica, bien de por vida. Sin embargo, hay quien ha encontrado una nueva aplicación de la app tan satisfactoria o más que la original: comer por la patilla y que sea tu cita quien pague la cena. Como ‘First Dates’ pero sin tener que verle la cara a Carlos Sobera.

Paul Gonzales es un estafador en serie que utiliza Tinder en el área de Los Angeles para pegarse la vida padre a costa de sus repudiados ligues, que no sólo se quedaban sin catar sus carnes prietas sino que además les tocaba abonar la “dolorosa” en los restaurantes a los que le gustaba acudir. Y no era precisamente fan del Taco Bell: varias mujeres han denunciado que tuvieron que hacerse cargo de facturas de entre 150 y 250 dólares que el glotón Don Juan dejaba sin abonar después de “ponerse tifo”, según han denunciado el blog Eater, que relata la historia de Gonzales, convertido ya en héroe Pacheco.

Una mujer llamada Marjorie Moon recuerda que quedó con Gonzales a través de Tinder en 2016, y tuvo que pagar una factura de 250 dólares. Obviamente, su pretendiente no se privó de nada para llegar a esa cifra: los mejores vinos y los platos más suculentos, con la promesa implícita de que él se haría cargo de la cuenta:

“Nos encontramos en Tam O Shanter -recuerda la despechada mujer-. Resultó besucón y algo sobón. En un momento dado se fue a contestar una llamada telefónica y ya no volvió nunca. Finalmente le di la tarjeta de crédito al camarero y me fui en estado de shock. Nunca antes me había pasado nada igual”.

Al menos tres mujeres más han sido víctimas del glotón en serie. Recientemente, una joven cuyo nombre no ha trascendido tuvo que apoquinar una cuenta de 130 dólares en el restaurante Smitty’s Grill de Pasadena, según informa CBS. Al parecer, el modus operandi del felón es siempre el mismo: seduce a sus víctimas a través de la app, reserva mesa en un restaurante de postín, se pone las botas y se inventa alguna excusa para abandonar la mesa y desaparecer para siempre: un familiar enfermo, coger el cargador del móvil del coche o simplemente hacer una visita al señor Roca.

Pero el raid de desafachatez de Paul Gonzales está a punto de llegar a su fin: sus víctimas se están reuniendo para presentar una denuncia conjunta y llevarle ante los tribunales. No sólo ellas le tienen ‘fichado’: el pasado mes de abril, el dueño de un restaurante le reconoció cuando se disponía a pedir un segundo chuletón. Fue expulsado del local, que renunció a cobrar la cuenta a la mujer estafada.

Noticia original en Eater. Vía ABC.

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