Los ustachas, los monstruos que horrorizaban a los mismos nazis

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«Un ustacha que no puede sacar al niño del vientre de la madre con una daga, no es un buen ustacha». Estas palabras fueron atribuidas a Ante Pavelic, el líder del movimiento fascista más cruel de la historia, que asesinó a más de 1.000.000 de judíos, serbios y gitanos durante la Segunda Guerra Mundial.

En 1941, las fuerzas del Eje invadieron Yugoslavia, lo que permitió a sus aliados, los ustachas, formar el Estado Independiente de Croacia, que incluía los territorios de Croacia, Eslovenia y Bosnia-Herzegovina. Ante Pavelic fue el caudillo del nuevo Estado, donde los serbios constituían un tercio de una población de seis millones de habitantes.

20 kilos de ojos humanos

El führer ustacha impuso leyes antijudías y antiserbias y emprendió una persecución brutal contra estos dos pueblos con el objetivo de eliminar al menos a un tercio de ellos, y convertir al catolicismo al resto. Los principales blancos del sadismo ustacha fueron los sacerdotes ortodoxos, las mujeres y los niños.

En este sentido, el corresponsal de guerra italiano, Curzio Malaparte, escribió un reportaje sobre la Segunda Guerra Mundial, donde aseguró que durante una entrevista con Ante Pavelic en el despacho del führer, vio un cesto de mimbre que «parecía estar lleno de mejillones u ostras sin concha», pero que el mismo fascista le explicó sonriendo que se trataba de «un regalo de mis leales ustachas. 20 kilos de ojos humanos».

Años más tarde, nacionalistas croatas pusieron en duda la veracidad de este hecho, pero varios testigos y supervivientes del terror afirmaron que la colección de partes de cadáveres fue una tradición para los ustachas, muchos de los que llevaban collares hechos con la lengua, los ojos y las orejas de sus víctimas. El exprisionero Jovo Djuric cuenta que en los años del régimen fascista en algunas ciudades croatas se vendían ojos de serbios: «cada unidad constaba de 30-40 ojos».

Por su parte, Velizar Zecevic, superviviente de la matanza en un pueblo, recuerda que los ustachas empezaron a matar a campesinos encima de un barril gritando que querían recoger sangre como regalo para el cumpleaños de Pavelic.

Niños empalados

Fuentes históricas aseguran que entre 1941 y 1945 los ustachas construyeron al menos 25 campos de exterminio, algunos de ellos como el de Sisak o el de Jasterbarsko, fueron exclusivamente para niños. No obstante, se considera que las mayores crueldades contra niños fueron cometidas en el campo de concentración de Jasenovac, donde fueron masacrados al menos 700.000 personas.

En Jasenovac fueron asesinados niños de 1 a 14 años de edad. Un superviviente recuerda que los ustachas quemaron vivos a muchos niños en presencia de sus padres, mientras que a otros prefirieron ahogarlos en el río Sava, que estaba junto al campo de exterminio. El investigador Dragoje Lukic asegura que los niños en pañales fueron disparados o masacrados con hachas. Los ustachas también cometieron otra atrocidad difícil de describir: las niñas de 12-13 años de edad fueron violadas en presencia de sus madres.

Oreskovic, un soldado ustacha, recordaría años más tarde que tuvo que asesinar a dos niños judíos en el campo de exterminio de Pag. «Luburic me ordenó que matara a un niño. Me negué a hacerlo, y él mismo le cortó la garganta para demostrarme cómo se hace. Luego yo mismo aplaste el cráneo del otro niño, después de lo cual Luburic elogió mi trabajo».

Sin embargo, los ustachas no se limitaron a asesinar niños sólo en campos de concentración. El historiador alemán Alfred Miller asegura que en varios pueblos cientos de niños fueron encontrados empalados con los brazos y las piernas torcidos. Así pues, en el pueblo serbio de Prebilovci, los ustachas asesinaron más de 800 personas, entre ellos 296 niños menores de 14 años y 64 niños menores de 2 años.

Torturas a mujeres, ancianos y sacerdotes

El historiador Karl Jans Geischer describe algunos de los métodos de tortura más empleados por los ustachas en los campos de exterminio. «Antes de asesinar a los prisioneros, les metían agujas debajo de las uñas, y ponían sal en las heridas abiertas. A los ustachas les encantaba cortar las nariz y las orejas a las víctimas mientras estaban vivas. Luego mutilaban los cuerpos».

Fuentes históricas afirman que los ustachas fueron especialmente crueles con las mujeres. Primero las violaban, y luego las cortaban los pechos y los brazos, mientras que a las embarazadas les abrían el vientre para sacar el bebé no nacido y matarlo. Así asesinaron a la mujer embarazada del sacerdote serbio Spaso Lavruja. Del terror ustacha ni siquiera se libraron las ancianas, a las que sacaban los ojos y enterraban vivas.

En los años del régimen fascista fueron asesinados también cientos de sacerdotes serbios, así como fueron destruidas la mayoría de las iglesias ortodoxas en territorio croata. El sacerdote ciego de Kulen Vakuf, Vukoslav Milanovic, fue forzado a escuchar cómo los ustachas mataban a sus hijos, mientras al sacerdote Branko Dobrosavljevic primero le cortaron el brazo y luego le despellejaron.

Los nazis, horrorizados por la crueldades

Los asesinatos de los ustachas nunca tuvieron la perfección técnica e industrial de los nazis alemanes, pero sus actos de crueldad superaban en ocasiones a las atrocidades del Tercer Reich. En este sentido, los mismos monstruos nazis que estaban en Croacia expresaron su horror ante el terror ustacha, al que consideraban «excesivo y poco eficaz». Así pues, el comisario nazi en Croacia, Herman Neubacher definió las bestialidades ustachas como «el crimen más feroz de la historia, que solo se puede comparar con el infierno de Dante».

Por su parte, el general alemán Glesse von Horstenau escribió en su diario en noviembre de 1942 que los ustachas «degollaban cientos de personas en los dos lados del río Sava. Cuando degollaban en nuestra parte, nosotros difícilmente podíamos soportar los gritos de hombres, mujeres y niños. Les degollaban y les abrían el abdomen antes de tirarlos al río».

En ocasiones, soldados italianos incluso intervinieron para salvar a una parte de la población serbia de la ciudad de Knin de la aniquilación completa.

Fin del terror

En 1945, los ustachas fueron derrotados por el Ejército Rojo, lo que supuso el fin del terror ustacha y el inicio del terror comunista de Josip Broz Tito. Ante Pavelic llegó a escapar a Argentina, donde sufrió un atentado en 1957. Dos años más tarde, el líder ustacha murió en Madrid a causa de sus heridas.

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